domingo, 31 de mayo de 2009

Bendita o maldita tecnología

El otro día estuve visionando un film del año 84, en el cual, dos amantes habían quedado mediante una llamada desde una cabina telefónica, a las 5:45 de la tarde, en una estación de trenes. El chico llegaba tarde, eran las 6:15 y corría por las escaleras mecánicas en busca de su amada, con la consecuente desesperación por saber que podría no encontrarla. Al mismo tiempo, ella esperaba impacientemente, miraba el reloj de la estación pensando que hacer, si largarse por que su amado había decidido no asistir a la cita o esperarle con la convicción de que llegaría en cualquier momento. Se buscan con la mirada, nerviosos.. se ven y entre la ajena multitud, se funden en un abrazo lleno de alivio y de sentimiento.
En los tiempos actuales, este bonito (yo no utilizo habitualmente esta palabra) encuentro no se podría dar. El le habría avisado con el móvil, de que por causas ajenas a su persona, llegaría media hora tarde y ella le habría respondido, que entonces le esperaba en el bar de la estación tomando un carajillo o en su defecto, un sol y sombra. Esos instantes de impaciencia, de incertidumbre amorosa no se hubieran producido.

En nuestro tiempo, de intensa comunicación tecnológica y globalización, la gente ya no queda casi nunca como antes, en un lugar concreto y a una hora prefijada. Ahora, en muchas ocasiones se dice eso de: "bueno yo cuando llegue, te pego un toque haber donde estas, por que no sé exactamente a que hora podré estar allí" o la tan manida fórmula : "si voy te mando un mensaje pero si no me apetece, ya nos veremos otro día".

Está claro que actualmente, es más fácil poder quedar con la gente. Al mismo tiempo, somos más libres, podemos elegir donde, cuando y cómo ver a los demás. Pero también se pierde, a mi modo de ver y en cierta forma, el respeto por los demás en pos de nuestra comodidad, por ejemplo, pudiendo ser impuntual sin correr el riesgo de perder la cita.

Cuando yo era jovencito, si querías quedar con alguna amiga, susceptible de que pudiera ser tu amante, aunque sólo fuera por unas horas, tenía que darse un cierto esfuerzo por ambas partes; tenías que llamar a su casa después de comer o de cenar, dar tus datos educadamente, hacerte pasar por el perfecto amigo de su hija, dejar claro que tus intenciones para con ella eran honestas y que le dejarías en la puerta de su portal a la hora que querían sus padres, sana y salva y con la blusa puesta. A la cita se llegaba puntualmente, cierto que las mujeres llegaban siempre más tarde pero dentro de un orden y esa cita te la tomabas muy en serio, en parte por lo que te costaba haberla conseguido. Los jóvenes de ahora, no necesitan hacer ese esfuerzo y tal vez las relaciones entre ellos sean más superficiales, no le dan la importancia que realmente tiene, quedar con alguna "personilla" en concreto.
  • Sesión amigable:
Yo: Querido ayudante de mi mente, ¿cree usted que tengo demasiada melancolía de los tiempos pasados que ya nunca volverán?

Mi Querido Psicoanalista: Yo no sé de melancolías, lo único que sé, es que no entiendo cómo alguien en su sano juicio..haya querido o quisiera quedar con usted, con tecnología o sin tecnología de por medio.