Frente al abismo, ahí me encontraba otra vez mas. Avanzando un pasito y otro hasta llegar al borde, sin arnés que me sujetase, allí acababa siempre..frente al abismo que te lleva la sinceridad contigo mismo, la frustración, la idea de conocerlo todo hasta las últimas consecuencias, mi toque de inocencia personal e incorruptible, pero sobre todo la esperanza. Esperanza..que la palabra tan bonita, pero que dañina..a esto me refiero, enarbolando la bandera de la esperanza al pie del abismo, así me encontraba yo.
Antes de dar el último paso, siempre intentas echarte atrás, en pos de preservar tu dignidad, tu ser, tu alma, tu sensibilidad, en definitiva, intentas salvarte, pero es inútil, sabes muy bien que caerás. Después de saltar, enseguida empiezas a notarlo todo de golpe, la indefensión, la ira..un rayo de luz..¡equivocado!..de nuevo la apatía, la indolencia, la crueldad, la hipocresía y otras cosas mas que te van golpeando en la cara, el pecho, la cabeza y el corazón. Crees que no hay fin para esa agonía emotiva, y entonces llegas..llegas al final del abismo y te das de bruces con la realidad..duro suelo, trozo de carne casi imposible de digerir. Te das cuenta de lo fácil que ha sido engañarte, manipularte, dañarte, pero entonces se te abre el futuro, amplio, llano y deseoso.
Caíste al abismo una vez mas si, y sabes que posiblemente habrá mas, pero no ese..ese en concreto ya lo has pasado y ahora lo dejarás atrás. Un vació oscuro es lo único que permanece, un vació que mas pronto o tarde se diluirá, por que simplemente es eso..un vació, el cual me lo arrancaré con la misma frialdad, inapetencia, incoherencia e indolencia con la que se forjó.
Sesión abismal:
Yo: ¿Todo el mundo puede saltar el abismo?
Mi Querido Psicoanalista: No, la gente cobarde nunca salta, se quedan mirandolo pero siempre se retiran.